Fábula del asombro y el dolor



El lunático que está suficientemente lúcido para detenerse frente al nuevo sitio de libros usados: "The book-Monster-store" se ubica junto a la pequeña sucursal junto a otra pequeña tienda, "Como en TV". Él se queda de pie frente al ventanal en la plaza de San Blas. Negros, sus piernas, sus brazos, su sombrero, son negros. Ese tipo se lleva la mano derecha a la cabeza para sostener el enorme sombrero que ha diseñado en forma de barco con un costal de cabuya. La otra mano se la lleva al pecho. ¿Es asombro?
Clara lo había acumulado por un tiempo, para irse, para volver. En todas las denominaciones posibles para cubrir todos los flancos. Y un día fue robado. No podía estar más furiosa. Transcurrieron años. Esperó la oportunidad de recuperar lo que por derecho era suyo. Lo primero que pensó fue en contarle la noticia aDayDream y con estas palabras se dirigió a su abuela:

―¡Mira! Lo he recuperado. Estaba donde siempre lo sospeché. ¡Ha sido ella¡ ¡Tú lo sabes!

DayDream no se sienta nunca. Por el contrario, se eleva sobre sus pies para descansar en una especie de áurea vocal. Mira fijamente a Clara para decirle: ―Mi niña, este es el lugar al que tú y él siempre pueden regresar.

Ahora es la madre acercando su nariz sobre la cara de un recién nacido. Se hablan en un lenguaje condescendiente. No mueven los labios. Un afecto enorme puede ese niño beber de su seno. El niño está envuelto en ropajes amarillos y suaves. Amarillos como los hombres que recorren uniformados esta ciudad porque el acontecimiento más grande es el trabajo asalariado y el fútbol.

Te digo que el dolor no es patrimonio de unos cuantos. ―Oigo tocar la puerta tres veces… Nos enseñan desde niños que los adioses nos deben doler igual a todos. ―No queridos―. Es cosa de que una se levanta de un sueño y recuerda…

Comentarios

Entradas populares