Rayuela
Julio Cortázar |
En el capítulo 15, más o menos a la altura de la página 86, recuerdo que sobre esta novela había escuchado rumores sobre su dificultad y la necesidad de alma para su comprensión. No suelo hacer caso de la introducción, de los prólogos antes de iniciar la lectura de un texto. Entro de lleno a la lectura para encontrarme sin más mediaciones porque las que traigo en mente, ya provocan suficiente ruido. El editor ha propuesto un orden... Ah! Por eso el nombre de Rayuela. De todos modos, yo sólo recuerdo lo que caprichosamente siento. Y suena a algo como esto:
1
- Y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos fríos y nubes negras...
- Fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
- te sacudías el agua del sueño...
- me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos.
- parándonos a mirar el cielo vale más que la tierra.
- Ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas.
2
- No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo.
- tan sola y tan enamorada frente a la eternidad de su cuerpo.
- el elogio del desorden la hubiera escandalizado tanto como su denuncia.
- todo ese abecé de mi vida era una penosa estupidez porque se quedaba en mero movimiento dialéctico, en la elección de una inconducta en vez de una conducta, de una módica indecencia y en vez de una decencia gregaria.
- ... tibia, era siempre yo y mi vida, yo con mi vida frente a la vida de otros.
- la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer.
- me molestaba que la Maga no tuviera conciencia de ser mi testigo y que al contrario estuviera convencida de mi soberana autarquía.
116
3
Felices los que eligen, los que aceptan ser elegidos, los hermosos héroes, los hermosos santos, los escapistas perfectos.
844
Vos pretendés cultivarte en la calle, querida, no puede ser. Para eso abonate al Reader´s Digest.
71
5
Oliveira sintió como si la Maga esperara de él la muerte, algo en ella que no era su yo despierto, una oscura forma reclamando una aniquilación, la lenta cuchillada boca arriba que rompe las estrellas de la noche y devuelve el espacio a las preguntas y a los terrores. Sólo esa vez, excentrado como un matador mítico para quien matar es devolver el toro al mar y el mar al cielo, vejó a la Maga en una larga noche de la que poco hablaron luego, la hizo Pasifae, la dobló y la usó como a un adolescente, la conoció y le exigió las servidumbres de la más triste puta, la magnificó a constelación, la tuvo entre los brazos oliendo a sangre, le hizo beber el semen que corre por la boca como el desafío al Logos, le chupó la sombra del vientre y de la grupa y se la alzó hasta la cara para untarla de sí misma en esa operación de conocimiento que sólo el hombre puede dar a la mujer, la exasperó con piel y pelo y baba y quejas, la vació hasta lo último de su fuerza magnífica, la tiró contra una almohada y una sábana y la sintió llorar de felicidad contra su cara que un nuevo cigarrillo devolvía a la noche del cuarto y del hotel.
81
6
- ¿Y si no me hubieras encontrado?, le preguntaba. No sé, ya ves que estás aquí...
- Pero el amor, esa palabra...
7
Toco tu boca con un dedo todo el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
8
- un pez solo en su pecera se entristece y entonces basta ponerle un espejo y el pez vuelve a estar contento.
- una transparente cinta de excremento que no acaba de soltarse, un lastre que de golpe los pone entre nosotros, los arranca a su perfección de imágenes puras...
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9
- hay que mostrar, no explicar.
- el amoricidio, por ejemplo, la verdadera luz negra, la antimateria....
104
10
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Recomendaba Frida Khalo: "Escoge un amante que te mire como si quizás fueras magia." No LA MAGA como figura decorativa de alguna alma atormentada. Si es el caso, empieza a leer a Cortázar. ¡Vive L'Amour!