Repudio platónico por la Política
Por @GabyRuizMx
Mientras
me disponía a bajar el volumen de la TV para sólo mirar las imágenes de los
spots políticos, recordé que hace algunos años, cuando atravesaba la adolescencia,
llegó a mis manos el libro de Iván Egüez titulado El poder del gran Señor. La
historia se desarrolla en los 60, década de enfrentamiento entre los
“colorados” y los “tibios”, contada por “El Gran Señor” o el Señor del
Gran Poder. Para describir una sociedad muy parecida a la ecuatoriana: dividida
en clases sociales, color de piel, acento y muy religiosa, nada mejor que un
romance entre jóvenes. Si quieres puedes imaginarte como yo, el beso entre una
chica de algún colegio católico y el chico con atuendo de colegio fiscal, quien
finalmente resuelve abandonar estudios, para luchar por la causa de “la
patria”, enlistándose en alguno de los bandos.
¿Acaso
la novela no pide a gritos un voto de fe? ya no en la democracia sino en esa
ingenua esperanza que tienen los jóvenes de cambiar el mundo para hacerlo un
lugar mejor. Bueno… el espacio político no contratado, me dio tiempo suficiente
para imaginar también que seguramente, cuando uno decide que ya no le interesa
nada que tenga que ver con la política, podría ser un síntoma claro de que te
has convertido en un adulto, y que tu alma o se te encogió o envejeció. Otro
síntoma probable de decadencia es quizá, esa elección de supervivencia que
haces cuando prefieres dejar de hablar sobre temas de política, religión o
sexo, por no incomodar a los demás, ni buscarte polémicas y porque quieres
seguir formando parte de su red en Facebook.
¿Cuándo no ha estado convulsionado el
país? Siempre nos han llamado hijos de la crisis. Y sin duda, igual que el
protagonista, tuvimos nuestra oportunidad para tomar posición frente a alguna
coyuntura, llámese “Feriado bancario”, “Guerra del Cenepa”, “El regreso del
Loco”, “Lucio” o “Revolución Ciudadana”.
Aristóteles, el filósofo griego, escribió: "los jóvenes no son el auditorio más adecuado para la ciencia política” pero más allá de los dictados clásicos de la democracia, puede que esta historia ponga a esos mismos jóvenes como inspiración pues sólo a esa edad con tanta facilidad, se puede dejar el trabajo por la joda, a un vacile por los panas, y a la cordura en el bolsillo del uniforme. Me acuerdo de todas las veces que queríamos sacar del colegio a un profe deficiente, o de las veces que los guambras salieron a pelear por el precio justo de un pasaje estudiantil.
Lastimosamente, para quienes no les gusta leer, el libro aún no está disponible ni en película, ni en versión alguna de Silvio Rodríguez por si quieren saber cuál fue el final. Pero para rebeldías, ahora іііSólo nos queda el Aucas y uno que otro post!!!